Allá por los años 1844 y 1846 Madrid estaba volcado en la discusión sobre las licencias que el estado había concedido para la construcción de 6.500 kilómetros de vías de ferrocarril distribuidas en veinticuatro hipotéticas líneas que debían terminar con el aislamiento tradicional entre el centro de la meseta y las costas, tanto mediterráneas como atlánticas y cantábricas.
Caricatura de José Salamanca Imagen: http://www.150ferrocarrilalicante.gva.es |
A pesar de los retrasos y de las dificultades, en 1851 se inauguró un primer tramo entre Madrid y el mar. La vieja aspiración de Madrid de tener puerto comenzó con un ferrocarril hacia el sur, en una
línea que unía Madrid y Aranjuez, financiada por el que era hasta entonces un banquero amante de las aventuras, Salamanca, que además era dueño de un circo de la capital y enriquecido por los espectáculos públicos. El nueve de febrero inauguró el ferrocarril que sin duda transformó la ciudad. Todavía se puede saber lo que costaba el viaje hasta Aranjuez ya que Benito Perez Galdós nos lo describe claramente en sus “Episodios Nacionales”:
"Ya sabes que allá se ha ido la Corte hace tres días. Ahora tienes ferrocarril. Por catorce reales puedes ir en segunda…Dos horas menos minutos"
Salamanca se asoció a la corona y a la corte para que fuera un acontecimiento público, usó la popularidad de la reina para evitar que los ludditas intentaran boicotear el acto. Finalmente tuvo lugar la inauguración del fasto de la máquina, pero frente a lo que pensaba Salamanca no fue la corona quien legitimó la máquina de vapor. La nueva era del maquinismo sirvió, de momento, para ocultar los problemas de la corona.
Aranjuez era en aquella época una ciudad de ocio y expansión de los madrileños, pero los analistas de la época se preguntaban si era tan importante que mereciera un ferrocarril, el primero desde Madrid. Si el destino de la línea era Alicante, lo razonable habría sido comenzar la línea desde esa ciudad marítima que podría recibir por barco los materiales de construcción. Ascender hacia la meseta aprovechando la línea ya construida hubiera sido una medida de sensated, pero el ferrocarril que se impulsaba desde Madrid no era una cuestión de economía, sino de espectáculo.
La corte estaba demasiado lejos del Mediterráneo y todavía en aquella época estaban demasiado vivos los problemas de la rebelión catalana de la guerra de Sucesión. Mejor partir desde Madrid, mejor hacer el esfuerzo de construir no un ferrocarril industrial sino de recreo, pues no debemos olvidar que la línea construida transcurría por parajes idílicos entre la corte de Madrid y la corte subsidiaria de Aranjuez.
Fragmento de la película "El Marqués de Salamanca"
¡Dos horas menos minutos! Para que luego nos quejemos de los cuarenta y cinco minutos que se tarda ahora...
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