Tras el incendio, ocurrido en la noche del 16 de Junio de 1748, resuelve el Rey no solo reparar los destrozos causados por el fuego, sino también que se ejecute toda la obra exterior que faltaba para estar concluído su Palacio de Aranjuez, empezando a trabajar cuanto antes.
Una vez aprobado por S.M. el plan y diseño que Bonavía ha hecho, envía éste el 3 de Agosto de 1749 un avance de los caudales que son necesarios para la conclusión de la mencionada obra de la fachada principal. Para el remate de dicha fachada se propusieron una serie de adornos, entre los que figuraban tres estatuas.
El tercer cuerpo o frontispicio, construído sobre los tres balcones centrales, fue decorado con seis jarrones, un escudo de armas reales, dos cartelas con inscripciones y como remate un pequeño frontón semicircular y balaustrada, y coronando todo el conjunto las estatuas de piedra de Felipe II, Felipe V y Fernándo VI.
- En atención a que se deben prevenir con tiempo los adornos que debe llevar la fachada de éste Palacio, que se va a concluir, con la debida veneración hago presente a V.E. que primero se deben prevenir tres estatuas, de altura de diez pies, comprendida la altura de un pie que corresponde al zócalo; para éstas convendrá que S.M. declare su Real voluntad qué es lo que deben representar, si Virtudes Reales ó bien el primer fundador el Señor Feliphe Segundo, el Señor Feliphe Quinto, que continuó a construir la mayor parte de lo que está fabricado; y el Rey nuestro Señor (Fernándo VI) que va a perfeccionar la obra enteramente.
Y continúa escribiendo…
- Todos los mencionados adornos deben ser de piedra blanca de Colmenar, como lo es toda la cantería que adorna lo exterior de este Palacio. Y en cuánto a los artífices que me parecen capaces de ejecutar estas obras, con desempeño, por lo que mira a las estatuas es Don Pedro Martinenghi, que ha ejecutado la escultura de los retablos laterales de esta Iglesia de Nuestra Señora de Alpajés, con la aprobación de Don Feliphe de Castro y que es discípulo de Don Domingo de Olivieri.
Se exigía para la realización de estas esculturas, que se hiciesen de una sola pieza de piedra de Colmenar de Oreja “de las más blancas y de mejor grano, sin blandones, pelos, ni abujeros”, debiendo de ser su altura de diez pies (unos 2,78 metros).
Las tres estatuas de los Reyes no comienzan a subirse al lugar donde hoy se encuentran hasta Marzo de 1752. A tal efecto Bonavía escribe a D. José Agustín del Llano enviándole la Memoria de todo lo que “necesita para subir el Escudo de Armas y las tres estatuas, advirtiéndole que las del Palacio de Madrid se suben con grúa, porque las estatuas son de dos piezas, lo cuál no se puede ejecutar en Aranjuez por ser todas de una pieza y no haber grúa, sino torno”
Maria Luisa Tárraga Baldó