PRESENTACION DEL BLOG

"A orillas del caudaloso Tajo y a pocas leguas de la capital de España, existe un precioso pueblo que bendice y obsequia la naturaleza; un pintoresco pueblo rodeado de jardines, lleno de perfumes y animado por el canto de incontables pajarillos; un poético pueblo que se esconde bajo las frondosas ramas de los corpulentos álamos y gigantescos plátanos; este pueblo se llama Aranjuez"


27 jul 2010

LA CAZA Y LA PESCA EN EL REAL SITIO

La abundancia de caza era uno de los principales atractivos que el Real Sitio de Aranjuez tuvo para los monarcas, aficionados todos ellos a la práctica de esta actividad. Desde la época de Felipe V son abundantes los testimonios que nos cuentan cómo los ciervos se acercan a las puertas de las casas, como si de animales domésticos se tratara.


Charles Rouvray, duque de Saint Simon, es sus narraciones sobre el viaje que realiza en España a la Corte de Felipe V, nos cuenta su asombro cuando, en Aranjuez, vio cómo un criado, subido sobre una especie de vela de madera con una puerta, se puso a silbar y al momento «la pequeña plaza se llenó de jabalíes y de jabalinas de todos los tamaños entre los que había varios muy grandes y de un grosor extraordinario. Ese criado les arrojó mucho grano en distintas ocasiones, que esos animales comieron con gran voracidad, a menudo gruñendo, y los más fuertes se hacían ceder el sitio por los otros, y los jabalíes más jóvenes, retirados a los bordes, no osaban aproximarse hasta que los más grandes se hubieran hartado».


Esta cercanía de las bestias, que asombra y divierte al francés, no es sino la permanencia de una costumbre de los Austrias que se mostró también en el palacio del Buen Retiro, donde la Casa de Fieras estaba muy cercana al palacio. Aranjuez no se privó tampoco de su Casa de Fieras, por llamarse así el lugar donde vivían animales traídos de países exóticos. De su existencia, el mismo Saint Simon nos da noticia, aunque esta vez no está junto a la casa real, sino a orillas del Mar de Ontígola, ni tampoco encierra en jaulas a sus inquilinos. A Saint Simon le llamaron la atención los camellos y los búfalos, pero también había cebras, guanacos y un elefante, todos sueltos, sin miedo a que se escaparan de aquella especie de oasis donde vivían felizmente, porque fuera del vergel estaban las arenas áridas -y con un alto grado de salinidad- de las colinas.


Joseph Baretti, que vino a visitarnos ya en el reinado de Carlos III, repite más o menos estas mismas anécdotas. Dice que en España los jabalíes no son tan salvajes como en el resto del mundo, que se han habituado a las gentes y que acuden a determinadas horas a lugares concretos respondiendo a la llamada de sus cuidadores. Cree necesaria esta explicación a la hora de contar cómo, en los plantíos de los árboles pequeños que había entre las grandes avenidas de árboles gigantes, paseaban en libertad «ciervos y jabalíes, junto con innumerables liebres, conejos, faisanes, perdices y numerosas especies de pájaros»


De esas «numerosas especies de pájaros» que Baretti no entra a describir, nos ilustra John Talbot Dillon, el cual, tras el viaje que realizó a Aranjuez en 1778 aseguró que a últimos de abril se oían los trinos del cuco y el ruiseñor, y que él vio abejarucos, oropéndolas, y uno al que llamaban pito, que era morado y del tamaño de un cuco.


Este mismo afán de los reyes por la caza y por la propia presencia de los animales en libertad, favoreció la cría de otros animales, y así en los sotos se encontraban piaras de yeguas para la cría de caballos de montar, y, según asegura Ponz también


Felipe V e Isabel de Farnesio solían salir a cazar a caballo diariamente, después de haber despachado los asuntos de estado y no volvían hasta que se ponía el sol. Igual hacían por su parte el Príncipe de Asturias y sus hermanos pequeños. En el centro del mar de Ontígola, ya en época de los Austrias, se había levantado un pabellón de caza para que Felipe IV pudiera disparar a los animales que se acercaban a la orilla hostigados por los monteros. Y si bien en la época de los Borbones el lago ya no se utilizaba sino para los paseos en las góndolas pequeñas, esta costumbre de cazar desde el agua la adoptó también la nueva dinastía de los Borbones que, a menudo, en los paseos sobre el Tajo en las barcas reales, disparaban también a la orilla, donde los perros y los criados habían acorralado a los bichos. Y en el mismo Ontígola, aquella especie de laguna o embalse cerca del cual se encontraba el cementerio en que se enterraba a los que morían durante su estancia en el Real Sitio, se celebraban también corridas acuáticas enfrentándose los cortesanos a los toros desde las barcas.





Igualmente, la pesca se disfrutaba apaciblemente desde las propias naves pequeñas del lago, para lo que se mantenía permanentemente una abigarrada población de peces en sus aguas. También se pescaba desde las galerías del Tajo, que eran unos pequeños entrantes en el río, construidas ya en época de Felipe III y que procuraban espacios cómodos y agradables, no sólo para pescar, sino simplemente para descansar viendo el correr del agua.

25 jul 2010

SIERRA DE AGUA

Como consecuencia de la gran cantidad de madera que se trajo a Aranjuez para ser empleada en la construcción de los primeros grandes edificios (incluído Palacio) destinados al albergue de la Corte y sus sirvientes, fue necesario la construcción de una serrería. Fue así como en el año 1588 se procedió a su construcción en el solar que posteriormente ocuparían las casas del Principe de la Paz y el Duque de Osuna, justo en el lugar donde hace escuadra el caz de Sotomayor (canal de las Aves) .

 Es de destacar el sistema de funcionamiento de ésta sierra, hidraulica, que aprovechaba las aguas del Caz de Sotomayor para su accionamiento. Aunque no se nos ofrece ninguna descripción de las características técnicas de dichas instalaciones al menos nos permiten comprender el ámbito en el que se produjo la implantación y evolución de lo que sería una nueva industria, pues las serrerías desde un principio estuvieron ligadas a los molinos.
En el caso de las serrerías, el agua que allí llegaba hacía girar un rodete vertical de hierro, como en los batanes, que transmitía la fuerza a un eje que hacía subir y bajar la cinta de la sierra, mientras que hacía avanzar un carro de madera donde estaba colocado el tronco. El espesor del corte se regulaba girando una manivela. Con esta operación se transformaba la madera de los árboles en tablones aptos para los usos a los que estaban destinados, ya fuera para la construcción y muebles (andamios, cubiertas de tejado, escaleras, puertas, mesas, etc.), así también como para todos los útiles agrícolas que se utilizaban (mangos de herramientas, carros, etc.). Estas sierras se llamaban también verticales, pues el movimiento que producían era de arriba a abajo.

Según nos relata Alvarez de Quindós:
  “ Esta de Aranjuez se incendió la primavera de 1675 y otras varias veces, y se reparó otras tantas, y la última fue el año de 1750. El de 1761 se derribó para hacer allí habitaciones, que después sirviéron a los Capellanes de la Capilla Real y a otros criados, hasta que se vendiéron al Duque de Osuna y al Marqués de Llano.” 


Me inclino a pensar de que ésta serrería fue la primera que se construyó en Aranjuez, pues no existen datos de ninguna otra anterior. En la imagen inferior aparece el molino pintado por Brambilla a partir de 1826 frente a Palacio, en la zona donde más adelante se construiría el Molino Inglés

23 jul 2010

CASA DE MARINOS

Bueno amig@s, aquí teneis otro relato histórico de Aranjuez. En esta ocasión se trata de la Casa de Marinos, otro edificio emblemático para recordar.
Según Alvarez de Quindós nos relata en su libro DESCRIPCION HISTORICA DEL REAL BOSQUE Y CASA DE ARANJUEZ...
"No obedeció a un mero capricho de recreo la construcción de este bonito edificio, sinó que respondía a enaltecer y conmemorar un proyecto gigantesco, a la navegación del Tajo desde Lisboa a Aranjuez, proyecto que concibiera Isabel la Católica, emprendido muchas veces, otras tantas abandonado, a pesar de haber llegado a este Real Sitio en tiempo de Fernando VI una embajada desde Lisboa, subiendo por las aguas del Tajo.También respondía ésta casa al proyecto de prolongar el canal del Manzanares hasta el Real Sitio.




Con el deseo de que los Reyes pudieran hacer sus excursiones por el río y por el canal, Carlos III hizo construir esta casa, que la convirtió en un pequeño arsenal, construyéndose varias embarcaciones de guerra, que montaban cañones pedreros, engalanadas y empavesadas con un lujo asiático.Todabía existen algunas de esas embarcaciones. Con sus cañones se hicieron las salvas de duelo cuando murió D. Juan Prim, cañones que al efecto se llevaron a Palacio, emplazándolos en su terraza.




Como se llevaba tantos años sin jornada en este Real Sitio, la casa y sus efectos sufrieron graves deterioros, y, dolido el rey don Amadeo de que se perdiera una joya de tan gratos recuerdos, la mandó restaurar y hacer de nuevo el dique y la carena, y construir el murallón del río, en el que se pusieron grandes anillas de hierro para el amarre de las embarcaciones, y formar los dos embarcaderos a una y otra parte del río. Para el cuidado de la casa y de las falúas hay un contramaestre y varios marinos."





Igualmente Cándido Lopez y Malta nos cuenta que....
"Se conservó todo con igual esmero hasta el fatal periodo de la invasión francesa, sufriendo esta casa las consecuencias de tan funesta ocupación. Todo el edificio le dejaron destrozado, así como los efectos que contenía, echando a pique una fragata y un bergantín de guerra que a su entrada encontraron en las aguas del Tajo.

Apenas Fernándo VII volvió a ocupar el trono español, mandó reparar los desperfectos causados por los franceses en las Reales posesiones. Para dirigir las obras en los objetos de la náutica, en éste y los demás Sitios, hizo venir de Cartagena en 1816 a los inteligentes alféreces de fragata D. Damián Calarcos y D. Francisco Guerra, los que sin demora se ocuparon en restaurar la marina, sobre todo en el Real Sitio del Buén Retiro, donde estaban los talleres centrales, aunque también se trabajaba bajo su inspección en este Sitio y en la Granja.




En 1825 se empezó a reedificar la Casa de Marinos y a trabajar con la actividad en la construcción de sus embarcaciones, quedando terminadas éstas y todas las obras del edificio en los primeros meses de 1830.
En el año 1885 prestó ésta casa gran servicio a la población, estableciéndose en ella un hospital de coléricos, a quienes fué a visitar y consolar, en tan terribles días de prueba, el malogrado rey D. Alfonso XII."

En la actualidad, el lugar que antes ocupaba la Casa de Marinos, está ocupado por el camping de Aranjuez. En el Jardín del Príncipe se encuentra el Museo de Falúas, donde podreis admirar estas suntuosas embarcaciones, junto con gran cantidad de aparejos navales.

Enlaces de interés:


Grabados antíguos de Brambilla extraídos del libro "Las vistas de los Sitios Reales por Brambilla"
escrito por José Luis Sancho (Edit. Doce Calles)

11 jul 2010

LA CHIMENEA



La Granja Escuela “La Chimenea” se encuentra situada a 8 km de Aranjuez, en la pedanía del Cortijo de San Isidro (construido durante el reinado de Carlos III en el s. XVIII).




 Pertenece al Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), perteneciente a la Comunidad de Madrid. Es una finca experimental y productiva, en la que se desarrollan diferentes proyectos demostrativos de nuevas tecnicas de cultivo, sistemas de riego, agricultura de conservación, manejo del olivar, mantenimiento y gestión del suelo, entre otras, así como mantenimiento y mejora genética de núcleos ganaderos de ovino,porcino y vacuno.





 La Granja Escuela dispone de multitud de recursos propios para completar su oferta educativa: huerto, jardines, talleres, una zona deportiva con piscina e instalaciones para el adecuado alojamiento de alumnos y profesores.








CONVENTO-IGLESIA DE SAN PASCUAL







Este singular conjunto arquitectónico, que engloba la iglesia, el convento y la huerta, se encuentra situado en la calle del Rey, en el perímetro oriental del casco histórico.
Según Alvarez de Quindós, ya en el año 1627 se quiso establecer un monasterio junto al Mar de Ontígola que albergara a la Orden de San Benito, pero aún habiéndose colocado la primera piedra, nunca llegó a materializarse la obra. Fué Carlos III, casi siglo y medio más tarde, quien dio la orden de construir un convento en el límite oriental del Real Sitio, para que alojara a los frailes de la Orden Franciscana Descalza de San Pedro de Alcántara, bajo la advocación de San Pascual Baylon.




 El proyecto de la obra corrió a cargo del arquitecto italiano Marcelo Fontón, quien comenzó las obras el 17 de Agosto de 1765, siendo posteriormente apartado de su cometido al haber insultado al padre Eleta, su protector. Ya con la obra muy avanzada, retomó la dirección de ésta el arquitecto Sabatini, jefe de ingenieros y maestro mayor de palacio. Las obras restantes se realizaron a gran ritmo, terminándose por completo en enero de 1770.




Alrededor del edificio se habilitó una extensa huerta delimitada por una gran tapia que daba a tres fachadas (norte,oriente y mediodía) y cuya construcción era de gran robusted. Para el riego de dicha huerta se construyó una canalización que traía agua del Mar de Ontígola.
Delante de la iglesia “había un ancho atrio con tres escalinatas, elevándose en su centro una alta cruz de piedra, origen del calvario, cuya calle empezaba poco más arriba”





En 1770 se realizaron obras “de salubridad” para evitar que los malos olores del lugar se introdujeran dentro del convento.
El 1798  el padre Bruneau fundó un taller de “tornear al vuelo”, donde enseñaba el oficio a varios aprendices, hasta que en 1808 el padre renunció a la dirección del taller a causa de su ceguera, trasladándose la escuela-taller fuera del convento.




En 1814, tras la Guerra de Independencia, se procedió a la reparación de los daños causados durante la contienda, instalándose una nueva campana y reparándose así mismo las vidrieras rotas.
En 1836, a causa de la Desamortización de Mendizábal, se extinguieron las comunidades religiosas,lo que implicó la expulsión de los frailes de todos los conventos religiosos, excepto los dedicados a la enseñanza y cuidado de enfermos, cerrándose el templo al culto público y trasladándose las alhajas y ropas donadas por Fernando VII de nuevo al Palacio Real.




En 1839 fue arrendada la huerta (abandonada desde la expulsión de los frailes) a un particular: José Antonio Madariaga “depositario de granos de este Real Sitio”, convirtiendo a su vez el convento en almacén gramíneo.
En 1852 se instaló en el edificio, previo permiso Real, la Comunidad de Misioneros Franciscanos Descalzos para Filipinas destinados a la provincia de San Gregorio, procediéndo a restaurarse el órgano de la iglesia y construyéndose una moderna noria para el abastecimiento de agua para la huerta. Dos años más tarde éstos monjes abandonaron el convento para trasladarse a otro de su propiedad, llevándose la librería existente como regalo de los reyes.
Alberca donde se almacenaba el agua traída del Mar de Ontígola


Antíguo lavadero-abrevadero
En 1857 se alojaron en el convento las integrantes de la Comunidad de Concepcionistas Descalzas de Torrelaguna, pasando a denominarse Convento de Nuestra Señora del Olvido y Arcángel San Miguel, cuya abadesa fue la famosa Sor Patrocinio, la cuál ejercía una gran influencia sobre la reina Isabel.
En 1861 se amplió el edificio del convento para fundar un colegio de educandas.



Antíguas gorrineras
Tras la Revolución Gloriosa de Septiembre de 1868, las monjas fueron expulsadas del convento, llevándose éstas todo lo que pudieron de valor y vendiendo otros muchos objetos y ropas de valor. Algunos objetos fueron depositados en casas particulares para evitar su desaparición, y otros fueron sacados furtivamente del convento, siendo sorprendidas algunas religiosas en la estación con algunos de éstos objetos, que finalmente se deterioraron en los sótanos del Gobierno Civil. Finalmente, el 25 de Octubre de 1870, regresaron las monjas al convento, bajo la dirección de sor Maria Ana de la Presentación. Parece ser que el Gobierno las desatendió hasta tal punto, que tuvieron que vivir de las limosnas y no tenían ni ropa para abrigarse en su lecho, manteniéndose con los frutos que daba la huerta y que los propios vecinos cultivaban para ellas.




Hacia 1889 las monjas habían abierto una escuela, y durante varias décadas se dedicaron a la enseñanza y la oración, hasta que a causa de la Guerra Civil de 1936, por un lado fueron expulsadas de nuevo del convento, a la vez que el edificio fue blanco de los bombardeos, destruyéndose los altares y varias valiosas pinturas y vidrieras. Así mismo el convento fue utilizado como cuartel, desapareciendo las obras artísticas atesoradas por las monjas.



Texto aparecido recientemente durante unos trabajos de conservación
Al finalizar la guerra, el convento fue utilizado como cárcel de mujeres hasta el año 1954, aunque para entonces las monjas ya habían conseguido que se les permitiera utilizar parte del edificio para realizar su labor benéfico-social y vida religiosa, si bién “no todas contaban con las necesarias condiciones de higiene y decoro imprescindibles”, En 1946 se dio orden por parte del Jefe de la Sección de Asuntos Religiosos de la Dirección de Regiones Devastadas de proceder a la rehabilitación del edificio, dotándolo de W.C., lavaderos,etc, a fin de dejarlo en su estado original. En los años sucesivos se acometieron varias reformas y reparaciones en techos, tabiques,etc. La última remodelación importante se llevó a cabo en 1983, procediéndose a recuperar el colorido original de algunas decoraciones y revocando y enfoscando las fachadas exteriores,pilastras, columnas y cúpula.

7 jul 2010

PORTAL DE LA PAJA

Edificio mandado construir por Real Orden del 18 de Julio de 1757, siendo ejecutada su construcción en un principio por Santiago Bonavía y terminado por su discípulo Jaime Marquet en 1758. Se encuentra situado entre las calles Postas,Abastos,Carrera de Andalucía y Pescado.
Foto extraída del Tomo IX  de "Arquitectura y Desarrollo Urbano"

Su construcción obedeció a la idea de que sirviera de complemento al Mercado de Abastos para la provisión de paja y cebada al público. El edificio, de forma rectangular, constaba de una planta baja diáfana circundada por pilares de ladrillo de 60x60 cm. Disponía también de un nivel de doble altura y un sótano.  La planta baja pronto fue cerrada parcialmente, dejando abierta la parte que da al Ayuntamiento, pues en 1804 Alvarez Quindós nos relata que ya  se encontraba en esa situación y se destinaba “para otros destinos”. El resto de la planta baja se destinó a viviendas, así como la planta superior. Los pilares exteriores quedaron vistos, formando así los soportales que aún mucha gente recuerda.

La desamortización de los bienes de la Corona hizo que el edificio quedara dividido en tres propiedades desiguales, y tras varias reformas, perdió su identidad inicial,llegando incluso a quedar en estado de ruína. Gracias al Plan Especial de Reforma Interior del Casco de Aranjuez, el edificio fue declarado “ de absoluto interés para su conservación”, siendo así salvado de su desaparición.

En 1980 el Banco Popular se interesó por ocupar la zona más deteriorada,es decir, la más próxima a la Plaza del Ayuntamiento. Su intención de demoler ésta zona  y construir un nuevo edificio para instalar en él su sede, provocó la negativa del Consistorio. Tras varias deliberaciones, se llegó al acuerdo de aprobar la obra con la condición de respetar la estructura original (pilares, aleros, cubierta y mansardas) y conservar el pórtico. El resto del edificio está ocupado por diferentes comercios, alguna vivienda  y un conocido restaurante.