Según nos relata Alvarez de Quindós en su libro “Descripción Histórica del Real Bosque y Casa de Aranjuez”,
-”…en el año de 1584 viniéron un Arraez y cinco marineros de la villa de Abrantes, en Portugal, a servir en las chalupas de la navegación del Rey; y el de 1599 se hicieron otras chalupas nuevas para el Señor Don Felipe III.
En tiempo de éste Soberano vino una persona Real embarcada en góndolas desde Lisboa (de resultas de la jornada de Portugal el año de 1619, en que fue jurado Don Felipe IV, Príncipe heredero de aquel Reyno) con gran acompañamiento de barcos y músicas, haciendo tránsitos hasta llegar á Aranjuez, donde estaba el rey, que se divirtió mucho con la agradable vista de tantas embarcaciones adornadas de flámulas y gallardetes, músicas y concurso de gentes; y éstos embarcos se repitiéron otros días.”-
Y continúa Quindós relatándonos….
-”Desde el año 1616 hasta 1627, y aún después, venía el Rey y su Real Familia embarcados en chalupas desde Vaciamadrid; para lo qual se limpiaba el río y sus orillas ocho pasos de los árboles y fustas que pudiesen estorbar…”-
También fueron frecuentes los festejos realizados en el Mar de Ontígola, a los que eran muy aficionados tanto el rey Carlos II como su padre Felipe IV, los cuáles -“se embarcaban en góndolas y chalupas chatas muy adornadas, pescando desde ellas, y paseando las aguas, desembarcaban en el pabellón o cenador que el año de 1625 se hizo en el centro del propio estanque, sobre una islilla circundada de barandillas de hierro”-
Pero los festejos no se limitaban a simples paseos por las aguas, ya que desde esta isleta también se veían las fiestas de los despeñaderos. Según nos sigue relatando Quindós….
-”Había una fábrica en los cerros de la parte del norte y sobre el camino que va a Hontígola, como á la mitad del mar, con suelo de tablas ensebadas y sus antepechos de maderos altos á los lados. En la eminencia había unas jaulas ó toriles, donde se encerraban a las fieras. Se abrían éstas, y salía el toro, que precipitado por el despeñadero caía a las aguas del mar. Luego que se desenvolvía, nadaba en ellas, y desde unos barcos le capeaban, llamándole hacia el cenador para que el Rey le matase de un arcabuzazo. Lo mismo se hacía con camellos, jabalíes y otros animales. El señor Don Felipe V tuvo muchos de éstos juegos; especialmense te hizo uno el día 23 de Mayo de 1725, en que se despeñaron y mataron por mano del Rey doce toros, tres jabalíes y un camello.”-
En 1751 la reina Bárbara de Braganza le pidió a Carlo Broschi, mas conocido por Farinelli “il castrato”, que organizara los festejos de la onomástica de Fernando VI en el Palacio de Aranjuez «sin noticia del rey, deseosa de hacer más plausible la celebridad del día, sorprendiéndole gustosamente con ellos». Al año siguiente, Farinelli añadió al espectáculo un paseo por el río y el canal de éste en la «Escuadra del Tajo», creada al efecto. Estaba compuesta por quince naves de recreo, entre ellas la fragata «San Fernando y Santa Bárbara», los jabeques «Orfeo» y «Tajo», y la falúa real, «decorada a la chinesca». A bordo de ellas, junto a las respectivas tripulaciones, iban orquestas e intérpretes que amenizaban el recorrido. Cuando caía la tarde se iluminaban los más de 20 000 fanales repartidos por los jardines, sus fuentes y cenadores, por la orilla del río, los puentes y las naves, luces que reverberaban en el agua. Seguían los fuegos de artificio, también ideados por Farinelli, y terminaba el espectáculo con una descarga de artillería desde las tres embarcaciones principales.
Los decorados de esta magnífica fiesta anual eran realizados por Antonio Joli o por el propio Battaglioli, autor de este lienzo donde recoge la fiesta de 1756.
En el Museo Casa de Marinos, situado en el jardín del Príncipe, se pueden observar algunas naves restauradas que aún se conservan, así como otros objetos de la época. También merece la pena visitar los embarcaderos situados en el mismo jardín.